EL DIRECTOR COMERCIAL Y EL VENDEDOR MULTIGESTOR (13).
El libro
introduce el innovador concepto del Vendedor Multigestor, como elemento de
mejora del talento en los equipos comerciales y como guía para Directores
Comerciales.
Capítulo
12: EL VENDEDOR MULTIGESTOR AGENTE
INTERNO DE INNOVACION Y COMPETIVIDAD.
Innovación:
Es muy difícil ser innovador en todo, desde la
concepción del producto, su fabricación y hasta su marketing, pero algunos lo
logran.
Innovación es hacer cosas diferentes. No confundir
con creatividad que es pensar cosas diferentes. Es la generación constante de
conocimiento aplicado a productos, procesos, o servicios nuevos que el mercado
reconozca y valore.
Es gestionar más activa e inteligentemente al
capital humano, involucrando a las personas en los proyectos.
Es la única fuente de crecimiento sostenible. Es enfocarse
en los problemas de la gente y cuestionar los dogmatismos.
Necesita partir de un problema que requiere solución
y muchas veces consiste en sustituir la hipótesis subyacente o el bloqueo
mental del punto de partida y que obstaculiza el camino más eficaz.
Con la innovación no debemos apostar porque las
cosas mejoren. Debemos apostar porque mejoremos nosotros.
La mejor forma para que tu competencia te abata es
que te conviertas en un blanco que no se mueve. Hay que innovar.
Y para innovar siempre tenemos que discurrir por el triángulo:
qué, quién cómo, con las tres vías posibles siguientes:
-
Si defino el quién es cliente,
luego tengo que definir el qué y el cómo.
-
Si defino el qué es el producto,
luego tengo que definir el a quién y el cómo
-
Si defino el cómo, luego tengo que
definir el a quién y el qué.
Si la empresa ha de ser innovadora, lo han de ser
sus trabajadores y sus Vendedores Multigestores, ya que para vender más en el
futuro, la clave es innovar, redefiniendo nuestra estrategia hacia el cliente e
introducir cambios operativos para fidelizarlo.
En el equipo comercial no basta con hacer bueno al jefe.
Hay que hacer también buenos a los subordinados para lograr la victoria del
equipo.
Tener ideas, es sencillo, tener buenas ideas es ya
más complicado, pero lo que de verdad constituye un reto es generar
continuamente buenas ideas desde el conocimiento del consumidor, y convertirlas
en productos y servicios con éxito en el mercado, y es aquí donde todo V.M. tiene su espacio de colaboración para
aportar innovación.
Pero hay que vencer las resistencias al cambio de
todos los trabajadores de la empresa.
La
resistencia al cambio:
La resistencia al cambio es un obstáculo natural y
humano, pero no deja de ser un obstáculo que nos dificulta el logro de nuestros
intereses, y los obstáculos son para superarlos.
Esta afirmación es válida a nivel individual y de
empresa, porque: “si sigues haciendo lo que siempre has hecho, obtendrás lo que
siempre has obtenido, o menos.”
La gestión de la empresa en tiempos de cambio no es tarea fácil. Nunca lo ha
sido.
Y el siglo XXI es de “cambios”.
El desarrollo constante implica un aprendizaje
continuo en la organización: adoptar mejores estructuras y procesos, y
responder con mayor rapidez a los cambios del mercado. Una organización que
aprende es aquella que crea las condiciones para que sus miembros puedan
aprender.
El desarrollo constante colisiona, sin embargo, con
los procedimientos respetables y necesarios de la gestión empresarial diaria.
Compaginar el cambio sin desatender lo urgente. Toda organización precisa de
una estructura que mantenga su estabilidad, de lo contrario se derrumbará ante
el primer obstáculo. Tales estructuras organizativas son importantes y nunca
deben ser desdeñadas. Evolución es adaptación y mejora de lo existente y
revolución es destrucción total de lo anterior y partir de cero. La memoria
histórica nos confirma el fracaso de todas las revoluciones que en el mundo han
sido. Hay que ser evolucionario y no revolucionario.
No obstante, y por definición, las organizaciones y
las personas se resisten al cambio; a
“cualquier” cambio. La resistencia ante el cambio conlleva siempre algo
positivo, porque, sin una estructura, cierta estabilidad y procedimientos
repetibles, una organización no puede llegar a ser buena en nada. Es preciso,
pues, encontrar un equilibrio entre estabilidad y desarrollo, y mantener
eficazmente esa tensión bipolar. Sin embargo, aunque la estructura de la
empresa permanezca estable, las personas dentro de ella pueden (y deben) seguir
aprendiendo, es decir, cambiando.
Parte de la estructura que mantiene estable a la
compañía la forman precisamente las personas y la manera en que estas
reaccionan. Las compañías tienden a reclutar a aquellos aspirantes que mejor
encajan en la cultura y el carácter establecido en ellas, así como la forma prestablecida
de hacer las cosas en su seno.
Hay un sentimiento de comodidad y seguridad mal
entendida, implícito en mantener y desarrollar los viejos conjuntos de valores
organizacionales, lo cual significa que las decisiones basadas en el
aprendizaje y en el cambio tienen todas las probabilidades de sentar mal, de
entrada, a los directivos y personal veteranos.
Se corre el
riesgo de que la estrategia de toma de decisiones sea canalizada
sistemáticamente a través de los “viejos circuitos de análisis”. Ello significa
que, cuando una decisión sienta mal, puede que sea buena, y cuando sienta bien,
probablemente sea mala (con sus excepciones, claro). Pero, ¿quién dijo que iba
a ser fácil?
¿Qué podemos hacer? Parece que no hay solución.
Cuanto más intentas cambiar y adaptar, más se resiste el sistema.
La respuesta consiste en cambiar en los niveles
adecuados.
Para conseguir cambiar en el ámbito de la
organización, el aprendizaje, que es comportamiento adquirido, tiene que
producirse en el ámbito individual.
Probablemente, la función más importante como
directivo consiste en permitir que eso suceda tanto con uno mismo como con las
personas sobre las que uno ejerce influencia y tienen responsabilidades, ya que
las personas acostumbradas al viejo sistema, se vuelven cínicas ante los
cambios y los objetivos que se persiguen con ellos.
El cambio requiere creatividad. La creatividad es
necesaria cuando la experiencia no proporciona las bases suficientes para tomar
buenas decisiones y solucionar problemas.
Y la búsqueda de la competitividad exige a las
empresas que se salgan de sus moldes habituales. Con China, India y otros
países emergentes, el margen de progreso vía disminución de costes industriales
y logísticos, es ya un camino sin apenas recorrido.
Estos países hoy día se abastecen de la “última
tecnología” industrial y con una logística mundialmente disponible y no de la
de hace 20 o 30 años. Luego tenemos solo una alternativa, la de ofrecer al
mercado esa “última tecnología” o innovación creativa en cualquiera de sus
formas.
“Si sigues haciendo lo que siempre has hecho,
obtendrás lo que siempre has obtenido y con el agravante de que te vas quedando
más entumecido.”
Para ello tenemos que familiarizarnos con conceptos
de este tipo:
DOMINIO
PERSONAL: que es un nivel muy especial de habilidad que se
consigue con el aprendizaje incesante.
MODELOS
MENTALES: que son los supuestos mentales que influyen sobre
nuestro modo de comprender el mundo y actuar.
APRENDER EN
EQUIPO: que significa suspender los supuestos personales e
ingresar en el pensamiento conjunto.
TENSION
CREATIVA: que es la yuxtaposición entre lo que deseamos y
una clara imagen de la realidad actual.
COMPETENCIAS
CREATIVAS: para llegar a ellas, primero hay que revisar
nuestros paradigmas y valores, pues son ellos los que bloquean nuestra
creatividad. A partir de ahí se puede hacer frente a lo incierto, medir que
riesgo se está dispuesto a aceptar y prever como poder ir desarrollándose
personal y profesionalmente.
CON QUÉ
OBJETIVO: en el caso de los V.M., con el de “quitar plomo” y
miedo a las alas del vendedor, que estos sientan una gran confianza en sí
mismos y tengan capacidad para la gratificación demorada, lo cual les permitirá
abordar objetivos que otros subestiman.
La
innovación y el V.M.
Para cambiar los resultados hay que cambiar cosas y
la innovación, más que genialidad, es trabajo duro.
El siglo XXI, marcado por el desarrollo de nuevas
tecnologías y cambios rápidos en todos los estamentos de las ventas, serán
testigos de otros métodos de trabajo, incluida una informatización cada vez más
acentuada.
Todas las empresas van a conocer una vasta
transformación, que integrará a la vez, la invención técnica y la acogida que
reservará a su producto una parte del mercado nacional y mundial, en función de
las ofertas de una competencia también mundial. Deberán ser capaces de efectuar
un desarrollo técnico y a la vez demostrar una eficiencia en marketing y gestión.
La promoción de esas invenciones será una función
importante para una nueva raza de vendedores. Nueva raza, porque este vendedor
ya no podrá contentarse con ser mero expendedor o mendicante de pedidos. El
nuevo Vendedor Multigestor será un negociador que habrá de enfrentarse a
ofertas de los mejores competidores del mundo entero, aunque trabaje únicamente
en el mercado nacional. El nuevo vendedor ya no podrá ganar mercados, sino que
tendrá que ganar clientes. Dispondrá de una cultura actual y de una información
que no se podía soñar hace unas décadas. Pero la cultura, es decir, la
capacidad de integrar informaciones en un conjunto mediante el ejercicio del
razonamiento y el juicio, no podrá serle aportada por la informática, por muy
refinados que sean sus programas.
El vendedor de cuello de toro, rostro enrojecido, el
tenedor siempre dispuesto, panza prominente y charla inacabable, ha pasado a la
historia. Olvidémoslo. El vendedor de hoy es un hombre que escucha y dialoga,
un hombre hábil y táctico, un hombre independiente y trabajador, organizado,
regular, fiable para sus clientes, un hombre de método que desea ganarse
confortablemente la vida.
Con todo este panorama para el siglo XXI, el V.M.
tiene que moverse en el mercado y con sus clientes con unas antenas activadas y
receptivas a los cambios posibles.
Si nuestro producto es bueno y competitivo tiene que
terminarse haciendo la venta siempre. Pero, ¿qué ocurre si nuestro producto es
realmente demasiado caro y la calidad no puede justificarlo? Pues que el
vendedor deberá recoger la información de la competencia y traerla a la empresa
para que esta se ponga al día. Hace falta progreso, técnica, imaginación y
avance y el V.M. es el más indicado para suministrárselo a su empresa.
Para que esta tarea del V.M. sea de calidad, la
recogida de información ha de presentarse filtrada y sin la contaminación del
temor a la competencia, es decir, poniendo en práctica la autorregulación que
todo V.M. debe tener. Y el Director Comercial, debe saber agregar esas informaciones
que cada V.M. aporta de su zona, para sacar las mejores conclusiones del
conjunto y aportarlas a la hora de establecer las estrategias de marketing e
innovación.
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